Existen dos tipos de gasto tributario. Uno es legítimo (por ejemplo, la exoneración al IGV para los alimentos básicos busca preservar la capacidad de consumo de las familias). El otro es cuestionable pues es oneroso para el fisco y no genera beneficios visibles a la sociedad.
El gasto tributario es el conjunto de exoneraciones, excepciones, deducciones y cualquier otro beneficio o incentivo tributario otorgado a algún sector, grupo o actividad, que reduce su carga tributaria respecto al resto de contribuyentes.
El sistema tributario actual no asegura que quienes más ingresos perciban sean quienes más aporten. El reparto de las cargas fiscales está distorsionado en favor de sectores con un trato privilegiado. Este trato privilegiado es un subsidio que pagamos todos los demás contribuyentes. Para cambiar esta situación, se necesita una política clara y coherente para racionalizar el gasto tributario.